
América ha padecido numerosos dictadores. La mayoría fueron brutales y viles con sus pueblos, no obstante, muy pocos pretendieron extender su poder más allá de las fronteras de sus países, entre esas excepciones esta Fidel Castro, que mientras destruía a Cuba, intentó ensanchar su dominio a otras tierras causando también devastación y muerte.
Fidel siempre tuvo una visión mesiánica de sí mismo. Se creyó el salvador de Cuba, después conjeturó serlo de América y por ultimo pensó que el mundo precisaba de sus servicios para progresar y ser feliz, pero como nunca fue tonto, concluyó que necesitaba un aliado, un país poderoso al cual servir, a la vez que se hacía de su propia tajada.
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Cuba no estuvo presente en la asamblea anual de representantes de más de cuarenta sistemas de transporte subterráneo de España, Portugal y países de Latinoamérica, a efectuarse en noviembre del 2011 en Monterrey, México, por la obvia razón de que Cuba no tiene metro ni lo tendrá quién sabe por cuanto tiempo.
Hace unos años parecía que la capital cubana tendría metro, cuando en la década de 1980 los estudios de geología y finanzas realizados por especialistas cubanos y soviéticos iban muy adelantados.
En la prensa se mostró el proyecto de construcción, y hasta el supuesto recorrido, enlazando municipios y barrios capitalinos. Cada kilómetro de vía estaba valorado en un millón de dólares.
La caída de la Unión Soviética obligó a archivar el proyecto, y con él la esperanza de más de dos millones de capitalinos de disponer de un sistema de transportación masiva ágil y confortable.
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