
La tabaquera de Fidel Castro
La historia de Norma corre con la de la fábrica El Laguito, lujoso caserón de mitad del siglo XX -oeste de La Habana-, abierta por Fidel Castro y su secretaria personal, Celia Sánchez, como escuela de torcedoras.
Con sus manos pequeñas torció miles de los más grandes puros cubanos, los Cohiba Lancero, que con su destreza y ojo sagaz también fueron los más exquisitos: 14 años como torcedora para Fidel Castro, Norma Fernández se ocupa hoy del Behike, el habano más exclusivo de todos los tiempos.
De traje sastre negro de ejecutiva, Fernández, de 57 años, no tiene reparos en volver a la silla de torcedora para revelar secretos centenarios del oficio, capaz de conversar mientras sus manos se mueven ágiles.
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Además del daño a la salud, los cigarrillos cubanos destinados al consumo interno carecen de calidad.
La calidad de los cigarros y tabacos que se les vende a la población cubana, en moneda nacional, es pésima, según declaraciones de varios fumadores. El reciente anuncio de una nueva fábrica en el Mariel, más que alegría, ha generado desencanto y polémica sobre el asunto.
"Ese el colmo del descaro. ¿Quién se va a alegrar conque hagan una fábrica de cigarros para la exportación, cuando nosotros tenemos que seguir fumándonos los desechos de la producción tabacalera y de los mismos cigarros ya usados?", refiere Elduvin Boza corrales, quien luego de 25 años como fumador en ocasiones prefiere un habano, para burlar temporalmente la mala calidad de los cigarrillos a la venta.
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