
"Los actos de censura que se han vivido en nuestra historia no le han hecho bien a nadie"
Una representación de los más talentosos cineastas cubanos se hizo presente ayer en el centro cultural Fresa y Chocolate, ubicado en la avenida 23 de la capital cubana, para, a manera de asamblea, discutir temas que vienen frenando el buen desenvolvimiento del cine en la mayor de las Antillas y la libertad de los cineastas de crear sin miedos. La creación de una Ley de Cine y la expulsión y censura de Juan Carlos Cremata Malberti a causa de su más reciente obra "El rey se muere" fueron los dos puntos del día.
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La política cultural sigue apelando a los mismos mecanismos de hace años: cuando algo molesta, sencillamente se censura.
En un gesto que parece prolongación involuntaria del absurdo que pretende evitar, el Ministerio de Cultura cubano acaba de censurar la obra de Eugène Ionesco El rey se muere, montada por el reconocido director Juan Carlos Cremata, donde se invitaba al público "a reflexionar" frente a la historia del soberano Berenjena, un dictador que ha ejercido su poder durante más de 200 años y, finalmente, se entera de que morirá en una hora. El espectáculo duró apenas las dos sesiones inaugurales en cartelera.
El mensaje censor, publicado en el sitio oficial Cubarte, es una joya de la retórica elusiva. Atendiendo a “estrategias” —dice— se decide la suspensión “en pos de lograr estadios más propositivos entre las obsesiones poéticas de nuestros creadores y la política cultural de la nación”. La censura cubre así el espacio de la representación que quedaba sin decidir: elimina cualquier ambigüedad y confirma el poder del objeto de la sátira.
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