
Pálido, triste, la sonrisa helada
los labios sin color,
indecisa y opaca la mirada
la palabra sin voz.
El cuerpo lacio, que dirige lento
el vacilante pie,
el cabello terroso, amarillento
y pegado a la sien;
así te veo venit, ángel que allegas
el postrimer adiós;
te paras ante mí, las alas plegas
y miras en redor.
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Yo soy un raro injerto de sapo y de paloma,
con algo de serpiente, con algo de león;
un poco de libélula, un mucho de carnero,
cuatro pelos de gato y de cisne un plumón.
Canta el cisne su Canto
Con acentos de llanto;
pero astuta y prudente
lo calla la serpiente.
Intenta la libélula volar a la región
soñada en que presiente la flor de la ilusión;
mas el sapo la arrastra al fondo tenebroso
del pozo donde habita en légamo viscoso.
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