
Nuevo punto final a la ‘guerra’ de los Cohíba
El Gobierno cubano pierde la última batalla de su lucha por impedir el uso de esa marca de puros en EE UU, emprendida hace 16 años
Salvo el nombre con el que se comercializan, los puros Cohiba que fuman los estadounidenses nada tienen que ver con los que apuraba el Che o con los que disfrutaba Fidel Castro, hasta que su salud le obligó a prescindir de ese placer. Los únicos Cohiba que se pueden adquirir en Estados Unidos, no se fabrican con tabaco del la región cubana de Vuelta Abajo, sino con hojas de la República Dominicana; no tienen la famosa vitola negra y amarilla, reservada durante años a la plutocracia, sino que están anillados por una "O" encarnada; tampoco los fabrica la misma compañía. Los Cohiba estadounidenses, y esa denominación, son propiedad de la empresa afincada en Richmond (Virginia), General Cigar. Los Cohiba cubanos los produce la entidad estatal Cubatabaco. Y así va a seguir siendo por el momento, después de que esta última perdiera su última batalla legal por impedir que la primera venda sus puros en EE UU bajo la marca Cohiba.
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Gran escándalo hubo en Holguín al conocerse de la extendida producción artesanal e ilegal de cigarrillos. La magnitud del negocio puede inferirse por lo que informa la policía sobre la ocupación a un ciudadano, de apellido Martínez, de 12 mil cajas de la marca Criollo, de mayor demanda, y 593 de la marca Titán, perfectamente selladas.
Cada cajetilla, con veinte cigarrillos, tiene precio de siete pesos. Los suministradores ilegales las venden a cinco pesos a empleados del comercio minorista, quienes las revenden al público al precio oficial.
Las vías de obtención de la materia prima son muchas. Abdiel Pérez, director de la empresa estatal cigarrera de Holguín, explica que hay extracción de la hoja en rama o desmenuzada, y también de barreduras (desperdicios en el proceso productivo), contaminadas y con exceso de humedad, causa de la deplorable calidad, por mala combustión, del cigarrillo falsificado. Por ello los cigarrillos falsificados, con marcas y envases aparentemente auténticos, carecen de calidad y son un timo al consumidor.
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